AL VUELO

Carlos Rosas

Profeso la escritura y la pintura. Trabajé por más de 10 años en una biblioteca universitaria, luego ejercí el periodismo y la edición editorial. Resido en Guadalajara, México.

Desde que comencé a pintar en el ya lejano 1980, recién adolescente, mi obra ha sido espasmódica en muchos sentidos. De la obra temprana queda muy poco, lo que aquí se muestra alcanza los últimos 25 años. Mis técnicas más usuales son el óleo, la acuarela y el acrílico. Cuento con cinco exposiciones individuales y once colectivas, además de un premio de adquisición en la hoy distante Primera Bienal de Pintura de Occidente Alfonso Michel, en Colima, México, del año 1993.

Después de tanto indagar por el sentido de ser, queda patente la pequeñez dentro de lo grande, infinito destino con su reverso visto al interior del propio cuerpo, compuesto de elementos que trascienden su biología para revelarse por la química y la física cuántica. Los constituyentes del ser son inconmensurables tanto en lo pequeño como en lo grande; de tan pequeños son invisibles al ojo humano, y te tan grandes, son también invisibles. Uno es bisagra, gozne, entre lo macro y lo micro. Nos hicieron con la letra Aleph.

Lo infinito es del padre, en sí mismo único y múltiple, continente absoluto.

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